jueves, 12 de noviembre de 2009

CONSEJOS DE JAVIER GARZA SOBRE LAS RABIETAS Y AUTOAGRESIONES.


Fuente: http://isis.zm.nu/sobre-las-rabietas-y-autoagresiones-vt8082.html


TEXTO DE JAVIER GARZA (Que en paz descanse)

Sobre las rabietas y autoagresiones... En correos recientes se han mencionado las autoagresiones durante las rabietas y la recomendación que mas he leído ha sido la de ignorar, que es una forma de extinción.

Antes que nada, habría primero que definir si dichas rabietas y/o autoagresiones son realmente por buscar la atención, ya que de no ser así, dicho procedimiento difícilmente funcionará. Por ejemplo, una autoagresión puede ser bien por una forma equivocada de comunicación (se pega para indicar que está mal), un estímulo intrínseco del mismo niño cuando se siente agobiado, etc.

Por lo tanto, la conducta de la autoagresión, así como ninguna otra conducta, puede ser generalizada sobre una misma causa y por lo mismo, su intervención no solo es variante en razón de lo que ya se explicó sino también en razón del mismo niño (no todos reaccionan igual).

Lo indicado en cada caso es hacer un análisis funcional de la conducta que se está presentando y en base al resultado, entonces decidir la forma en que se intervendrá dicha conducta.

En cuanto ignorar al niño cuando se autoagrede, esa es una forma de extinción ("quitar el entorno reforzante que provoca una conducta") y que debido a las posibles consecuencias, no es recomendable.

Cuando se aplica una extinción (ignorar en este caso), el niño mostrará un cambio en la intensidad de la misma siendo generalmente un aumento drástico, es decir, existe una alta posibilidad que el niño incremente su autoagresión pudiéndose inferir daños serios. Por lo mismo, una regla recomendable es nunca aplicar una extinción en niños que tengan o hayan tenido agresión y/o autoagresión.

También es importante conocer el perfil de quien lo va a aplicar (en este caso, los padres), ya que la extinción es un arma de dos filos porque si se da en forma incompleta (el papá cede), la conducta no solo continuará sino que muy probablemente será de una intensidad mayor de ese momento en adelante.

Imaginemos al niño que se autoagrede con golpecitos en su brazo para conseguir un dulce y los padres deciden ignorar. El niño incrementa su conducta y se golpea fuerte en la cabeza contra el piso, por lo que sus padres reaccionan tratando de evitar que se lastime. A partir de ese momento, el niño a aprendido que para conseguir ese dulce, golpeándose contra el piso es como lo conseguirá y es muy probable que lo haga así subsecuentemente.

Por lo tanto, si los padres y quienes estén al cuidado del niño no tienen la firmeza y/o fortaleza para llevar la extinción hasta el final, no debe ser programada en el niño.

En el siguiente mensaje, daré unos ejemplos de qué se podría hacer ante esos casos teniendo en cuenta que no podrá ser considerado como generalidad para todos los niños.

Saludos,

Javier Garza


Continuando con el tema de las autoagresiones, veamos algunos escenarios posibles que fueron resultado de un análisis funcional:


EL NIÑO SE AUTOAGREDE BUSCANDO LA ATENCIÓN DE LOS PADRES

En esta situación, aplicar una extinción no es viable por lo que ya mencioné en el correo anterior.

Ahora bien, en algunos casos la atención que buscan no es general sino cierta forma particular de atención, por lo que se puede hacer es brindar la atención en una forma diferente a como el niño la espera. Esto lo hemos logrado en una forma muy eficiente haciendo una combinación de "interrupción de respuesta" y "tiempo fuera observacional", donde interrumpimos al niño llevando sus manos a posición de "manos quietas" en un movimiento que indique desaprobación (cuidando no lastimarlo) y redirigimos su cara hacia la nuestra para entonces verlo fijamente durante varios segundos, con cara de desaprobación y soltarlo. Todo esto lo hacemos en silencio, sin ninguna corrección verbal.

Otra forma que da buen resultado (aunque es un poco cansado) y que en mi caso, fué lo que me funcionó con mi hijo es interrumpir cada golpe llevando a posición de "manos quietas" y haciendo corrección verbal con poco énfasis, sin mostrar ninguna expresión facial usando un tono de voz neutro. Esto implica que la intervención será muy constante y posiblemente agotadora. El éxito de esta intervención se da en la constancia y cuando el niño tiene una alta ocurrencia de dicha conducta (cada corrección es en realidad una oportunidad de aprendizaje).

La tercera mas frecuente que aplicamos es primero enseñar al niño la habilidad de llamar la atención por otras vías y que sea de una forma adecuada y funcional (por ejemplo, enseñar al niño a decir "estoy enojado") y una vez instituída dicha habilidad, reforzarla con la atención de tal manera que incremente la oportunidad de presentación y al ser incompatible con la autoagresión, ésta se extinguirá gradualmente. Esta forma es efectiva pero implica que el niño tenga seguimiento instruccional, además que instituir la habilidad puede tardar un tiempo, es decir, su resultado no será inmediato.


EL NIÑO SE AUTOAGREDE SOLO ANTE CIERTOS ENTORNOS REFORZANTES

Si la autoagresión se da solo ante ciertas circunstancias (mucha gente o ruido, fiestas infantiles, el cine, etc.), lo indicado sería aplicar un "tiempo fuera por aislamiento", quitanto al niño de dicho entorno y llevándolo a otro que no lo refuerce. Esto iría acompañado de un programa de "desensibilización", donde por aproximaciones sucesivas se enseñará al niño a aceptar o tolerar dichos entornos (por ejemplo, entrar al cine por unos cuantos minutos y retirarse, incrementando en cada ocasión los tiempos).


EL NIÑO SE AUTOAGREDE CUANDO SE SIENTE ENFERMO O QUIERE AVISAR ALGO

En algún momento, el niño aprendió a satisfacer sus necesidades comunicándolas en una forma errónea. En estos casos, sería nefasto tratar de eliminar una conducta inadecuada sin proveer otra a cambio, es decir, si el niño no logra conseguir comunicarse por esa vía, buscará otra forma de hacerlo y el resultado no necesariamente será una conducta buena o menos problemática, ya he observado situaciones donde el niño cambia la autoagresión por agresión o destrucción de cosas en casos similares (lado extremo que sin embargo se llega a presentar ocasionalmente).

Lo indicado será proveerle al niño una herramienta o habilidad que le permita en una forma eficiente comunicar esas necesidades que tiene y obtenga respuesta. Una vez instituída esta nueva forma de comunicación, se deberá reforzar dando respuesta inmediatamente de tal manera que la ocurrencia de esta conducta adecuada se incremente. Obviamente, la conducta de autoagresión irá disminuyendo en la proporción que la otra aumente hasta que finalmente desaparecerá.


CONCLUYENDO:

A través de estos ejemplos así como lo expuesto en la primera parte de este mensaje (correo anterior), hemos visto que una conducta puede obedecer a diferentes causas y por lo mismo, no se puede establecer una intervención en razón de la forma física de como se comporta el niño.

Para la autoagresión, como para cualquier otra conducta, siempre es necesario determinar qué la ocasiona así como las diferentes variantes que pueden influir en la misma.

Desgraciadamente, tenemos la mala costumbre que si vemos una conducta bizarra, lo primero que pensamos es en qué forma podríamos eliminarla cuando lo correcto es primero razonar qué la ocasiona y luego, una vez que tenemos la razón por la cual la presenta, pensar en qué forma la quitaremos.

En el Manual para Padres, existe un apartado donde se describe en una forma sencilla lo que es el Análisis Funcional. Recomiento se den un tiempo para leerla.

También existen algunos documentos que tratan el tema. Uno que se me hace muy interesante y acertado es el escrito por Claudio Hunter-Watts (a ver si nuestra amiga Alma Rosa nos lo pudiese proporcionar) que aunque es un poco técnico, es de una lectura fácil relativamente.

Que tengan todos una bonita semana,

Javier Garza